Un punto de encuentro también en la red

La recomendación de un libro, una exposición o una película, leer juntos un artículo o una noticia, subir un vídeo, una canción o una presentación, y para los más creativos un espacio para compartir...

jueves, 31 de diciembre de 2009

FELIZ 2010


Aprovecho este último día del año para desearos a todas y todos un buen año nuevo.
Ojalá nuestros proyectos salgan adelante, nuestra amistad se fortalezca y encontremos en esta esquina de la torre un motivo para ser felices cada día.

Ojalá sea como el del Year of the rat.


¡Qué disfrutéis mucho!¡Sed felices!

El wasabi te hará llorar


Para los amantes de la cocina japonesa hay algunos buenos sitios en Sevilla. Si sois un poco más eclécticos y queréis degustar la comida oriental de manera más variada, con los ingredientes que elijáis, os recomiendo el Sol Wok Sevilla, en la zona de Viapol. Sin límite y buen precio, pero escapando del típico "chino". Echándole un poquito de imaginación os podéis preparar desde un salteado de carne, con verduras y plátanos flambeados en wok, hasta un plato variado de sushi y sashami, acompañados del exquisito y picante wasabi. Si no queréis que os haga llorar, rebajadlo con la salsa de soja. Una buena tentación para comenzar el año del "Tigre".

martes, 22 de diciembre de 2009

EL RINCÓN DEL RELATO




Mis días con Gádor


A Marga



Decía Proust que el deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir. La Gádor de este relato sucumbió al deseo y sufrió mucho por amor. Quiero pensar que ahora está en un lugar en el que es feliz.



Llevo puesto mi abrigo largo negro, ese que a ella tanto le gustaba. Me subo las solapas para cubrirme el cuello y me rodeo la cintura con los brazos mientras me balanceo hacia delante y hacia atrás y miro a Gádor tras el cristal. “Hay que leer más a Proust”, fue la primera frase suya que me hizo comenzar a mirarla de manera diferente e intentar descubrir lo que se escondía tras su mirada ausente.


Su hijo Marcel se acerca hasta mí acompañado de un hombre y una mujer. Me dirige una sonrisa forzada y posa su mano en mi hombro. Aprovecho para apretarla contra la mía y le miro fijamente. La pareja que venía con él se ha detenido frente al cristal.


La semana pasada asistí a un congreso en Málaga, la ciudad de Gádor. Aproveché una conferencia que carecía de interés para dar un paseo por el casco antiguo de la ciudad. En la Fundación Picasso exponían una colección de fotografías de Man Ray. La mayoría de ellas me resultaron familiares, las había visto en publicaciones o reproducciones, alguna de las cuales tengo en casa. Sin embargo, llamó mi atención el retrato de Marcel Proust en su lecho de muerte: las cuencas de los ojos rodeadas de una sombra gris oscuro que resaltaba la extrema palidez de su nariz aguileña y sus pómulos, muy marcados. Nunca había visto una fotografía de Proust en la que la figura del hombre me pareciera tan atractiva. Y mientras contemplaba ese rostro sin vida recordaba las palabras de Gádor.


La pareja ha vuelto a la sala con Marcel. Es la primera vez que veo el rostro de Gádor sereno. Siento cierta satisfacción al pensar que las ideas que bombardeaban su cabeza ya no seguirán haciéndole daño. “Dos años estuve encerrada con Hegel”. Acaba de entrar Sebastián. Ha esquivado la mirada de Marcel y, al verme, se dirige hasta mí. Me levanto y nos damos dos besos, de esos en los que los labios no llegan a abrirse ni a rozar la mejilla. Es uno de esos alumnos que superan a su maestro. Cuando Gádor salió de su encierro con Hegel, fue él quien le ayudó a adaptarse al mundo material. La hacía reír, le compraba flores y la invitaba a comer en los comedores universitarios.


A Gádor le gustaba mi armario. Siempre se fijaba en mi indumentaria. Solía acariciar los botones de mi blusa y retirarme el pelo de la cara para examinar mis pendientes y oler mi cuello. “Hoy llevas un perfume nuevo”. “No, Gádor, es el mismo de siempre”. “Pues hoy huele diferente”.


Salgo al pasillo. La ventana está empañada con la bruma de la mañana. Escribo su nombre con mi dedo sobre el cristal. Luego abro la ventana y respiro el aire fresco de comienzos de febrero. Es un día extraño para que Gádor se vaya. Era de las personas a las que imaginas que le dirás adiós una de esas tardes de verano, tan largas. Nunca nos regalamos ningún objeto; no sabría decir por qué -he regalado cosas a otras personas que significaban mucho menos para mí-. Sin embargo, sí que nos regalamos horas de compañía en silencio, y palabras, muchas palabras. “¿Qué tienes hoy para comer?”. Jamás se había interesado nadie por esas pequeñas rutinas que conforman la vida cotidiana. Nuestras diferencias eran de una índole extraña, cuya naturaleza nunca he llegado a comprender. En realidad nunca llegamos a tener un enfrentamiento real, ni problemas de rivalidad femenina; incluso llegamos a compartir un hombre en una noche loca en Tánger. Y es en este momento, en el que siento la luz cálida de mis días con Gádor en aquella ciudad, cuando Marcel viene de nuevo hasta mí con una sonrisa gélida en la comisura de sus labios. “Tienes que venir a casa. A mamá le hubiera gustado que lo hicieras”.

Camino por las calles del centro de la ciudad; llevo mi abrigo largo negro, las solapas levantadas, aunque la primavera está próxima y el azahar comienza a dejarse sentir en el ambiente. Me dirijo a casa de Gádor. Aunque se ha ido sin avisar, no puedo decir que su partida me haya sorprendido. Cuando me la encontraba sentada en algún café, a media tarde, fumando, sin apenas sostener el cigarrillo, y dando largos tragos a un vaso de cerveza, con los finos capilares asomando en su rostro sonrosado, me detenía, aunque tuviera prisa, le daba un abrazo y le cogía las manos, invariablemente frías y húmedas. Era como si la vida se resbalara entre sus dedos y le resultara imposible retenerla.


Marcel me abre la puerta. “Pasa. Estoy preparando el té”. Me cuelo en su dormitorio. Me quito el abrigo y lo dejo sobre la colcha de ganchillo que cubre su cama. Siento el eco discontinuo del perfume dulzón de Dior que surge de algún lugar indefinido, impregnando momentáneamente toda la habitación. Abro su armario y busco intuitivamente su vestido floreado de seda de Guy Laroche. Saco la percha: el olor, convertido en esencia, se hace ahora más intenso. Como si estableciera una relación espontánea, miro hacia la cómoda sobre la que distingo una fotografía de poca resolución, de las que hacíamos con una pocket instamatic y con las que era posible abarcar grandes panorámicas y enfocar a la vez el primer plano de un rostro: un picado de Gádor y mío en la colina del Marshan, con el Estrecho de fondo. Acerco el vestido a mi nariz y luego lo dejo sobre la cama, junto a mi abrigo.


“El té está servido. No pienso dejar que Sebastián se lleve nada, pero tú puedes coger lo que quieras”. Apenas hablamos mientras sorbemos el breakfast tea, que a Marcel nunca le ha gustado pero que hoy parece saborear como su particular pequeño homenaje. Paseo con la mirada por los objetos del salón, pequeño reducto de una rancia herencia de cortijo andaluz que le costara a Gádor una ruptura filial.
Poco antes de irme, mientras Marcel recoge los servicios del té, vuelvo a la habitación de mi amiga. Miro de cerca esa foto de finales de los ochenta que casi había olvidado. Querida Gádor –siempre me gustó tu nombre-, siento haberte descuidado en estos últimos años, no haberte acompañado por los bares de la ciudad y ofrecerte mis ojos para que reposaran los tuyos, cansados de vagar sin rumbo.


Me desnudo y me pongo su vestido, demasiado ancho, demasiado corto, pero me hace sentirme cerca de ella, y eso me gusta. Cuelgo mi abrigo negro en la percha de su vestido y lo guardo en su armario. Luego salgo de la habitación y me despido de Marcel con un único beso en la mejilla.


Camino de regreso a casa. Llevo puesto el vestido floreado de seda de Guy Laroche. Me froto los brazos con las manos para protegerme del aire que ahora comienza a refrescar, pero vuelven de nuevo a mí los días pasados con ella más allá del Estrecho, la brisa se vuelve cálida, pienso que mi abrigo negro está ya para siempre con Gádor y que volveré a encontrarme con ella si sigo el camino de Swam.



Amparo (la sometida a las corrientes de aire del segundo pasillo según se entra según se sale del ascensor A)


Un toque retro


A medida que los días se van haciendo más fríos y lluviosos, aunque ya las noches cada vez sean un poco más cortas, os propongo una suave inmersión en el retro-swing y el jazz vocal, a través de la reencarnación blanca de Nina Simone. La jovencísima Robin MacKelle recrea este antiguo repertorio con una inventiva y voz prodigiosas y nos trae viejas melodías con nuevos y finos arreglos. Tan es así, que será difícil reconocer el "Go to Hell" de la Simone en esta versión.


Listen to Robin MacKelle

lunes, 21 de diciembre de 2009

Simulacro

Compañeros de la esquina:
Con motivo de la inminente celebración navideña mediante almuerzo para el día 22, y siguiendo las directrices en materia de seguridad, de esta nuestra Consejería, el comité de protocolo de esta Dirección general,

HA RESUELTO:

Convocar a todos los miembros de esta D.G. al simulacro de celebración HOY DÍA 21, a partir de las 14:30 horas en la cafetería.
Contra la presente resolución, que pone fin a cualquier vía, no cabe interponer recurso, tan solo la asistencia obligada, so pena de detracción horaria en el cumplimiento de horas.

El Comité de Protocolo.

viernes, 18 de diciembre de 2009

SIESTA ALUCINÓGENA


¿Qué me dices de esa modorra que te entra después de comer, en esas tardes tórridas de nuestro agosto Mediterráneo y que sin aún terminar el postre, no puedes mantener los ojos abiertos?

Dicen las mentes pensantes que cuando comienza la digestión, baja la producción de azúcar en nuestro cuerpo, a mí en las digestiones del verano me tiene que dar casi un coma diabético, porque eso no es sueño lo que a mí me entra, sino un auténtico éxtasis. Después de un buen gazpacho fresquito, unos pescaitos fritos y un suculento helado, me comienza una pesadez, una languidez, que parece que levito.

Han desaparecido todo del comedor, pero me importa un bledo, no pienso recoger ni fregar los platos. Ir de la mesa al sofá me parece una proeza, arrastro los pies y los dos metros de distancia me parecen una Maratón y cuando ya estoy llegando. ¡No me lo puedo creer! Está ocupado por un cuerpo inerte de 80 kilos, que ha corrido por la pista más que yo y escucho sus plácidos ronquidos.

Voy a casi cuatro patas a la salita, son nada más ni nada menos que tres metros hasta llegar a la meta. Qué felicidad dormir en la mecedora delante del televisor, escuchando de fondo un documental de la 2, esa voz en orf, que entra por tus oídos y se aleja en tu cerebro, tu mirada va desenfocando las imágenes que se proyectan en la pantalla y es entonces cuando comienzas a enroscarte en los brazos de Morfeo. Con mi cuerpo desplomado logro llegar y… ¡Esto es una pesadilla! Hay un ocupa de 15 años sentado todo lo largo en la mecedora. Me entran ganas de ahogarlo, pero no, no puedo, tengo que controlarme, no soy una parricida.

Decido prolongar la excursión al jardín, allí esta la hamaca, no me hace gracia porque las pesadas moscas me comen viva, pero mi dormitorio está en las antípodas, es un horno y está pegando un sol abrasador, no pienso freírme como un huevo. Sigo arrastrándome como una vil reptil, la cabeza me da vueltas, el sueño se apodera de mí y los miembros inferiores no me sujetan, estoy desorientada, no sé ni llegar, necesito urgentemente encontrar el jardín y envolverme como una crisálida en su capullo. Los párpados tengo que separarlos con los dedos. ¡Llegué a mi objetivo! ¡No, no, la odio! Ya hay un asquerosa gusana instalada y dormitando feliz a moco tendido y nunca mejor dicho, porque es una mocosa usurpadora de mi hamaca.

Me rindo, me lanzo al césped aunque me devore un ejército de insectos y de hormigas.

VICKY FERNÁNDEZ (Habitante del patio 3º de la esquina 3ª de Torretriana)

jueves, 17 de diciembre de 2009

Fotografiar la esencia


Fotografiar la esencia

Héctor Garrido


El azar nos ha llevado a este fotógrafo. Si tienes unos minutos déjate atrapar por la belleza del tiempo detenido en un instante mágico.




http://www.hectorgarrido.com/





Artista recomendada


Desde este rincón de la esquina me voy a atrever a recomendaros algo de musiquita buena para vuestro disfrute.
Hoy os animo a escuchar a Jill Scott

Biografía en inglés (de Wikipedia)

Listen to Jill Scott (it's love)

Recomendado por Alberto. 2º patio de la esquina sudeste de la 3ª

FELICES FIESTAS



Nada mejor que estrenar este blog con una felicitación.